Como sabemos, -o podemos leer en cada vez más sitios online-, la Luna representa una faceta de nuestra personalidad que opera al borde de la consciencia. Es lo que llamaríamos nuestra "zona de confort"; aquel lugar de maternal consuelo al que regresamos una y otra vez, y del que -en muchos casos- no quisiéramos emerger.
La cualidad de dicho refugio toma las formas y los colores que cada signo le aporta; así, lo que puede ser una necesidad de afecto imperiosa para la Luna en Aries, puede sonar a ridiculez o desatino para otra posición del satélite, como en Capricornio, por ejemplo.
Hecha esta breve introducción, pasaremos a ver algunos rasgos típicos de la Luna en Tauro, en particular.
Si bien es considerada una posición donde la Luna se encuentra muy a gusto debido a la energía taurina, a través de las lecturas de E. Carutti es fácil notar -teniendo en cuenta lo que se dijo arriba- que a mayor comodidad, mayor resistencia a prescindir de ella.
Así, la Luna en Tauro genera un mecanismo repetitivo donde prioriza la seguridad material y la estabilidad por sobre todos los otros condimentos e ingredientes que crecen por la vida. Y la analogía con lo alimenticio no es casual aquí; precisamente, esta es una Luna que busca satisfacer su apetito (en todo sentido), tanto como el de los demás.
La actitud servicial, o mejor dicho, de resignado sosiego, la lleva, desde su juventud, hacia ambientes o situaciones en las que pueda ser sometida -sí, sometida- por otros con tal de conservar y conservarlos; con tal de que "nada cambie". No importa si son relaciones, trabajos o ambientes que la desgastan; siente que necesita el sostén del dinero, de la sensualidad y la demostraciones de afecto, y de todo lo que cree que debe permanecer inalterable.
Demás está decir que es una Luna que, no por tonta sino por terca, se rodea de personas que suelen aprovecharse, que suelen verla con la solidez necesaria como para usarla de bastón. Y es que su trampa es querer "estar ahí siempre", "poner el hombro" para sus seres queridos, y para que ellos también la quieran...
Esta Luna comparte, con el Sol en Tauro, la tendencia a la posesividad y a los celos, así como el ya mencionado rechazo a los cambios. No obstante, considerando lo visceral de nuestra capacidad de supervivencia, que es otra de las cualidades de la Luna en la carta, hay que aclarar que, en este caso, existe un miedo muy grande a que las cosas dejen de ser lo que son. De allí su aferramiento.
¿Qué podría hacer, entonces, para cortar con el círculo vicioso al que la lleva el estancamiento? En principio, reconocerlo. Luego, podrá animarse a hacer las paces con el cambio, con lo imprevisto, y, a su tiempo, dar pasos firmes -y aunque le suene a paradoja- en pos de lo variable. Conectar con alguna dolencia física, que siempre tiene, para buscar las causas no visibles, sería una buena terapia.
Tauro es el signo del goce, del florecer, de la actividad constante sobre lo material; ¿por qué debería intentar perpetrar la inercia en detrimento de la vida? Es evidente que la Luna, actuando en automático, no suele reflejar lo mejor de cada signo; para ello hace falta un trabajo personal y esforzarse por hacer algo distinto.
Después de todo, la vida es justamente eso: un constante cambio que nos acontece, incluso en la quietud.
Después de todo, la vida es justamente eso: un constante cambio que nos acontece, incluso en la quietud.