20 de diciembre de 2016

Capricornio, el coraje en pos de la redención


Un nuevo desplazamiento de la rueda zodiacal se instala y nos plantea el ascenso hacia la cúspide de un proyecto, una meta, una tendencia, una relación, un sueño; sea lo que sea, es algo que anhelamos alcanzar, quizás, durante mucho tiempo, o, simplemente, desde que comenzó el año estelar

Cuando el Sol visita los dominios celestes de Capricornio, signo terrestre, nos revela como logro concreto cuanto sembramos en Aries; es el momento propicio para recolectar los frutos de las emociones, creencias, deseos y palabras que lanzamos hacia el Cosmos en aquellos meses.

Verano e invierno, las estaciones del solsticio, se instalan lenta pero indiscutiblemente, ganando terreno sobre nuestras actividades y estados de ánimo. De pronto, sea que estemos en el hemisferio norte o sur, el calor nos lleva a buscar la sombra, y el frío, un tibio refugio. 
En realidad, nuestra nave Tierra se acerca lo más posible al Astro Rey en su trayectoria y así comenzamos a vivir los meses del despertar espiritual.  

Dicha característica implica que una parte en nosotros busque algo diferente; algo que no es evidente en la ritmo laboral o profesional del día a día. Entonces, con la temporada vacacional aquí en el sur, nos vemos muchas veces arrastrados y malgeniados para hacernos con el mejor hotel, la mejor porción de playa, el restaurante más concurrido, los días más soleados... Queremos que nos traten como reyes, porque, tras el arduo trajín del año, buscamos disfrutar y conectar con la otra parte de la realidad, que se nos diluye en la rutina.

Pero, ¿se puede compensar en un mes, o en dos semanas todo lo que no tuvimos en cuenta durante los otros diez u once meses? El mundo espiritual existe, y es tan -o mucho más- real que la propia existencia material. 

Capricornio, que forma parte del último cuarto zodiacal, es un escalón obligado, una puerta estrecha por la que sólo podemos pasar si estamos dispuestos a plegar nuestra estructura, a flexionar las rodillas. Esto representa una actitud clave aquí, puesto que la mencionada articulación está bajo la regencia del décimo signo y es la que le permite a las especies caprinas amortiguar el impacto de sus saltos y trepar por escarpadas laderas.        

Si al transitar Sagitario supimos callar al exterior para escuchar lo que nuestro interior estaba tratando de decirnos, la Cabra nos posibilitará reunir el Coraje necesario para escalar hacia lo más alto que podamos llegar, en pos de una mejor versión de nosotros mismos. Sólo así alcanzaremos la Redención para nuestro espíritu, y evitaremos perdernos en actitudes frívolas y deshumanizadas. 

¿Cómo podemos practicar esta virtud? Tal y como era de esperarse, con Capricornio las cosas fáciles y rápidas son una quimera. Actuar con valentía siempre ha sido aplaudido, pero, antaño, era una cualidad que se le adjudicaba casi en exclusiva a héroes y heroínas. 
No obstante, hoy sabemos que cualquiera puede ejercitarla en su contexto; se trata -por ejemplo- de tener el coraje para decir que "no", de preservar lo que otros dañan, de dar una mano a quien es ignorado o de abrazar a quien todos rechazan. 

Considerando esto, es sencillo deducir porqué, más allá de las implicancias religiosas, la fiesta occidental de la Navidad, con sus valores de solidaridad y reconciliación, no llega sino hasta que nuestra estrella accede al reino de Capricornio.

En resumidas cuentas, hacer lo que sentimos correcto, nunca es lo más cómodo, y la mayoría del tiempo nadie nos celebrará como a los héroes. Caminos para subir cuesta arriba se ofrecen varios, pero lo cierto es que sólo uno llega a la cima con la intransferible y silenciosa sensación de triunfo. Y adivinen: es el que más esfuerzo requiere de nuestras rodillas.

¡Felices y pacíficas fiestas!   
     

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