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El Sol ha alcanzado un punto de renovación en su recorrido cíclico: con la llegada del equinoccio de otoño (sur)/primavera (norte) la luz y la sombra se equiparan una vez más y pesan por igual. Un nuevo comienzo brota, entonces, con el ingreso de nuestra estrella principal a Aries, el Carnero. Dependiendo del hemisferio, una de esas fuerzas aparentemente antagónicas logrará imponerse lentamente sobre la otra, dando lugar al solsticio más cercano en los meses venideros.
Es fácil ver cómo la energía masculina y promotora de Aries se manifiesta en el esplendor de la primavera, que, aunque con timidez al principio, asoma para sacarle ventaja a la escarcha y recordarle al invierno que su reino ha concluido; que la vida nace y vuelve a nacer en un ciclo infinito. Ahora bien, aquí en el sur, el otoño pareciera tener más consonancia con Libra, el opuesto-complementario de Aries. ¿Cómo pueden las fuerzas en decadencia asociarse al resurgimiento? La clave está en el enfoque.
Es un buen momento para hacer hincapié en el zodíaco "invertido" que se vivencia en estas latitudes. Pareciera como si en esta franja del planeta las estrellas nos invitaran a experimentar constantemente las contradicciones, el juego incesante de los opuestos, que en realidad no lo son tanto. Aries en el sur abre la primer puerta anual con el otoño, el descenso constante de la temperatura y un cambio lento, pero drástico, en el paisaje. Es tiempo de cosecha y arranque a la vez. Las ganas de interiorizar de la naturaleza se mezclan con el deseo de un nuevo comienzo, con acción y caminos por explorar.
Podemos entender esta cuestión profundamente, si nos atrevemos a abrazar tal paradoja; la mente, que muchas veces toma connotaciones arianas de impaciencia y división, no es el mejor elemento para hacerlo. Hay que apelar a una de las virtudes del signo que inicia la rueda: la Devoción. A través de ella, creyendo firmemente en nuestra misión personal y colectiva, es que podremos lanzarnos de cabeza en pos de lo que nos mueve desde muy adentro. Sólo la devoción a una causa permite sacrificar los apegos que nos estancan. Es como si toda esa introspección y auto-observación que abre la temporada fría sirviera de base para conectar con nuestras motivaciones más hondas y elevadas.
De esta manera, mientras en el hemisferio norte Aries "se actúa" exteriormente con toda su potencia, aquí, en la mitad sur, el valor del Carnero nos provee del ímpetu para mirar en nosotros mismos lo que hemos cosechado, y si los resultado han sido los esperados o aún tenemos que ajustar ciertas cuestiones. El desafío con Aries siempre es jugársela por lo que uno siente que debe hacer; luchar y abrirse paso no tanto siendo belicoso con el entorno, sino con el lastre de nuestro pasado que nos retiene. En otras palabras, este es el tiempo anual donde todo se renueva y resurge, donde la consciencia se prueba a sí misma que puede ir todavía más allá, y que nada es permanente.
¡Que este tránsito los encuentre dando ese primer paso con el pie que mejor los lleve a cumplir sus sueños! Bella vida, mágico presente.
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