27 de abril de 2018

La Tormenta y el Toro



La frialdad, pero sobre todo la indiferencia, nos llevaron hasta donde hoy estamos como individuos, como sociedad, como mundo. En principio, no se trata de algo a aborrecer: tal actitud oculta en lo más profundo de sí la chispa del cambio, el verdadero Don de la Filantropía. Pero falta consciencia; falta recordar que tenemos Alma (con mayúscula), que es hipócrita llevar a casa plantas que descarta la florería o cachorros abandonados, si no se reconoce que toda vida vale, si se abraza por la mitad por miedo a sentir, a darse cuenta que el otro y yo estamos ineludiblemente ligados

Comienza la Onda Encantada de la Tormenta en el Sincronario Maya... ¿Por dónde empezar? ¿Por dónde empezar a cambiar? ¡Hay tanto para hacer! Nunca una tormenta que se precie dejará las cosas como estaban; precisamente para eso nos da la oportunidad de exponernos a los elementos, de empaparnos o dejar que un trueno resuene en lo profundo del interior y nos conmueva, nos rememore lo pequeños que somos y las grandes hazañas que podemos obrar en la sencillez del día a día. 

Por otro lado, el Sol recorriendo Tauro en el archiconocido zodíaco abre las compuertas de la Vida, de la máxima expresión y disfrute de la misma, sabiendo que no se podrá "volver al Cielo" sin habernos enamorado de nuestro jardín en la Tierra. Es un signo que pisa fuerte, porque sabe y siente en el cuerpo que cada cosa conlleva su tiempo, su reposo y aparente estaticidad para florecer y dar sus frutos. 

Serán 13 días para aprender sobre las tempestades que sembramos en otra época o las que generamos hoy, y, aún así, saber hacer gala de la docilidad taurina con la que se acepta el crecimiento de los pastos en primavera o la tibieza del sol en invierno. Una combinación curiosa entre los cambios autogenerados y la estabilidad que busca perdurar. La testarudez estará potenciada, y podrá jugar en contra si no nos atrevemos a dejar que el viento nos sacuda; pero estamos prevenidos. 

El "premio" o "legado" por capear el temporal serán la alegría y la magia, la risa de niño reverberando en los confines del microcosmos. ¿Acaso no es mágica la lluvia? ¿Quién no ha chapoteado en sus charcos de agua cuando era pequeño? ¡Celebremos la Vida, que es puro cambio! 


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