"Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores" - Jean Jacques Rousseau, filósofo francés.
Imagen web |
"Excelentísimo Gran Maestre:
La batalla concluyó por fin. La Ciudad Santa está tan a salvo como puede estarlo, dadas las circunstancias. Aun así, me pregunto, ¿cuál es el precio que hemos pagado por lograrlo?
La Orden ha sufrido incontables bajas; no es una deshonra que pretendo ocultar, pues hemos atravesado durísimas pruebas desde el asedio que, por poco, nos deja sin el sustento que fortalece a los hombres, sean éstos santos o infieles.
Deberíais conocer que, quienes permanecemos en pie por gracia del Altísimo, tenemos por delante una labor sumamente ardua, pues ha sido Su voluntad que la victoria descendiera sobre estos Pobres Caballeros de Cristo como signo de bendición, pero, también, como prueba de entereza.
Os encomiendo, sin más, el reabastecernos de hombres tan pronto pongáis vuestros ojos en esta misiva.
Con las manos en la Cruz, os saluda
Bohemundo de Tarento"
. . .
Esgrimiendo su fe como espada, Marte en Sagitario nos presenta el panorama de uno de los Legionarios más devotos y admirados, más allá de toda controversia: el Templario.
Como haríamos bien en esperarnos ante toda combinación Marte-Fuego (elemento), el deseo de manifestarse surge aquí como el motor que impulsa todas sus acciones; así sean menos avasallantes que las de Marte en Aries, y no del todo auto-centradas como las de Marte en Leo.
Pero, -como buena motivación sagitariana-, se nos aparece la pregunta: ¿Quiénes fueron estos guerreros?
En principio, no eran estrictamente guerreros, sino monjes con fines militares; la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo fue concebida como una senda monástica que asegurara el bienestar de los peregrinos que se encaminaban a Tierra Santa. Sus promotores fueron Hugo de Payens y Godofredo de Saint-Omer, partícipes de la Primera Cruzada.
Cuenta una leyenda que el origen de la famosa imagen que acopió la Orden como sello, -la de dos caballeros sobre un mismo corcel-, simbolizaba a Hugo y a Godofredo, ambos en tal pobreza que tenían un solo caballo para compartir. Esto nos da una pauta de la generosidad del Centauro y es un guiño que nos liga con la mitad equina de la criatura.
No obstante, la abundancia típica de Sagitario no se hizo esperar demasiado. A medida que fue engrosando sus filas con devotos servidores y ganando renombre, la Orden recibió tierras, castillos y riquezas que la hicieron depositaria de un notable poder, aunque los mismísimos Caballeros del Temple no poseyeran mucho más que cualquier mendicante.
Es fácil ver cómo cuando esta posición de Marte se encamina en pos de sus amplias metas, todo lo que necesita sale a su encuentro; pero debe haber honestidad en ellas.
Pese a no siempre contar con el factor "ventaja numérica" en las batallas, los monjes-soldados eran sumamente temidos por sus rivales musulmanes. Estos últimos los señalaban -paradójicamente- como demonios, por su brutalidad y entrega absoluta a la hora de combatir. Y es que, a decir verdad, no hay mejor combinación para un eximio guerrero que luchar bajo la convicción de una causa rayana en lo divino; cosa que se aplica muy bien a Marte en Sagitario.
El hecho de que el desarrollo de un Templario, durante su carrera como tal, transcurriese en lejanos parajes, desposeído de cuanto no aludiera a sus votos y tratando cotidianamente con una lengua, costumbres y -por sobre todo- creencias extranjeras; es un punto que remarca aspectos de esta asociación planeta-signo, en donde se aprecian la conexión con los viajes, el movimiento constante y el impulso de atravesar fronteras físicas, mentales y/o espirituales.
El arma de estos avocados luchadores no era lo más característico en ellos; una lanza larga, una espada de doble filo, una maza turca, un hacha, un puñal y el típico escudo con la cruz pintada constituían su arsenal. Una vez más, la abundancia del noveno signo a disposición del belicoso Marte.
Con Marte en Sagitario vemos la importancia de tener el panorama esclarecido para actuar. Sus palabras de relevancia son Conquista, Acción Transparente y Búsqueda de la Verdad. Al principio, antepone el "más" al "mejor", y allí se comporta como un imperialista. Luego, cuando reconoce que sus metas requieren de total honestidad, su forma de actuar cambia, tomando renovado sentido. En última instancia, sabrá que aquello que pretende alcanzar es su propia verdad.
Las creencias religiosas de estos hombres, adiestrados tan estrictamente en el combate como en la fe, permiten comprender a qué se atiene uno cuando este Legionario aparece en el mapa celeste de un nacimiento. Creer que se puede empatar -no hablemos de ganar- una discusión ideológica con él, sería sobrestimar la buena fortuna de quien lo intente; salvo, quizás, si es uno de sus pares.
De una u otra forma, conviene imitar la elevada esencia de este emplazamiento cuando ha llegado a pulirse en pos de una mejor versión de si mismo.
¿Y eso cuándo sucede? Pues, cuando descubre que lo que siempre estuvo buscando no estaba ni muy alto, ni muy lejos, ni muy esparcido en la existencia; cuando reconoce que hincando la rodilla, gana más batallas que imponiendo una cruz.
Cuenta una leyenda que el origen de la famosa imagen que acopió la Orden como sello, -la de dos caballeros sobre un mismo corcel-, simbolizaba a Hugo y a Godofredo, ambos en tal pobreza que tenían un solo caballo para compartir. Esto nos da una pauta de la generosidad del Centauro y es un guiño que nos liga con la mitad equina de la criatura.
No obstante, la abundancia típica de Sagitario no se hizo esperar demasiado. A medida que fue engrosando sus filas con devotos servidores y ganando renombre, la Orden recibió tierras, castillos y riquezas que la hicieron depositaria de un notable poder, aunque los mismísimos Caballeros del Temple no poseyeran mucho más que cualquier mendicante.
Es fácil ver cómo cuando esta posición de Marte se encamina en pos de sus amplias metas, todo lo que necesita sale a su encuentro; pero debe haber honestidad en ellas.
Pese a no siempre contar con el factor "ventaja numérica" en las batallas, los monjes-soldados eran sumamente temidos por sus rivales musulmanes. Estos últimos los señalaban -paradójicamente- como demonios, por su brutalidad y entrega absoluta a la hora de combatir. Y es que, a decir verdad, no hay mejor combinación para un eximio guerrero que luchar bajo la convicción de una causa rayana en lo divino; cosa que se aplica muy bien a Marte en Sagitario.
El hecho de que el desarrollo de un Templario, durante su carrera como tal, transcurriese en lejanos parajes, desposeído de cuanto no aludiera a sus votos y tratando cotidianamente con una lengua, costumbres y -por sobre todo- creencias extranjeras; es un punto que remarca aspectos de esta asociación planeta-signo, en donde se aprecian la conexión con los viajes, el movimiento constante y el impulso de atravesar fronteras físicas, mentales y/o espirituales.
El arma de estos avocados luchadores no era lo más característico en ellos; una lanza larga, una espada de doble filo, una maza turca, un hacha, un puñal y el típico escudo con la cruz pintada constituían su arsenal. Una vez más, la abundancia del noveno signo a disposición del belicoso Marte.
Con Marte en Sagitario vemos la importancia de tener el panorama esclarecido para actuar. Sus palabras de relevancia son Conquista, Acción Transparente y Búsqueda de la Verdad. Al principio, antepone el "más" al "mejor", y allí se comporta como un imperialista. Luego, cuando reconoce que sus metas requieren de total honestidad, su forma de actuar cambia, tomando renovado sentido. En última instancia, sabrá que aquello que pretende alcanzar es su propia verdad.
Las creencias religiosas de estos hombres, adiestrados tan estrictamente en el combate como en la fe, permiten comprender a qué se atiene uno cuando este Legionario aparece en el mapa celeste de un nacimiento. Creer que se puede empatar -no hablemos de ganar- una discusión ideológica con él, sería sobrestimar la buena fortuna de quien lo intente; salvo, quizás, si es uno de sus pares.
De una u otra forma, conviene imitar la elevada esencia de este emplazamiento cuando ha llegado a pulirse en pos de una mejor versión de si mismo.
¿Y eso cuándo sucede? Pues, cuando descubre que lo que siempre estuvo buscando no estaba ni muy alto, ni muy lejos, ni muy esparcido en la existencia; cuando reconoce que hincando la rodilla, gana más batallas que imponiendo una cruz.
. . .
Fuente de apoyo: www.ordendeltemple.com