El Ascendente, en términos de Schulman, es nuestra percepción de la realidad, el "cómo" expresamos nuestro potencial interior en el exterior, a la vez que filtramos lo que nos llega de nuestro entorno para incorporar, en el mejor de los casos, sólo lo resonante con nuestro aprendizaje. La tarea de cada uno, dice Schulman, es discernir entre aquello que denomina Karma Impersonal (identificarnos constantemente con el afuera y lo que éste nos trae) y el Karma Personal (vivir ocupando el centro de nuestra carta, permitiendo así que todos sus componentes se expresen de manera armoniosa a través del Ascendente).
El signo que nos reclamó para sí en nuestro sendero evolutivo por esta vida, - el Ascendente-, debe inspirarnos con el deseo de alcanzar los niveles cada vez más sutiles de su vibración, para lograr que ascienda en el esplendor de su cenit (el Medio Cielo). Es como si al nacer, y sobre todo al dar la primera respiración, se nos apareciese por un instante lo más elevado de aquél signo que sale por el horizonte, imprimiendo a fuego en nuestra consciencia aún dormida el anhelo de encarnarlo para que seamos manifestación viva de su energía en el mundo.
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