9 de noviembre de 2012

Escorpio, el crisol del alma

Art by Louskan

Con el ingreso del Sol en Escorpio, las pruebas han llegado. Comienza un inevitable proceso de muerte y resurrección. Pero, ¿qué es lo que muere? Una forma, una modalidad, un nivel de nuestra consciencia, de nuestra identidad, de nuestro Ser. 

Escorpio es el espacio depurativo del zodiaco (no en vano rige el intestino grueso, los genitales y el esfínter anal). Las experiencias acumuladas en los siete estadios previos encuentran en este signo el lugar propicio donde soltar lo que no ya no sirve y retener lo valioso. El dilema con Escorpio surge cuando no estamos dispuestos a dejar ir y desprendernos de lo que terminará por convertirse en tóxico para nuestros cuerpos en toda su constitución. Así, deambularemos por la vida sin reconocer lo que verdaderamente nos hace bien de lo que nos perturba. 

Al transitar este momento de la rueda desde la Consciencia Solar vemos caer las máscaras de muchas situaciones, personas o relaciones aparentemente "saludables". Escorpio siempre viene a mostrarnos la cara oculta de lo que se forjó entre los encantos de Libra, cuando la búsqueda del equilibrio por medio de la complementación era lo primordial. Por primera vez en el zodiaco se captan con claridad las energías que subyacen al mundo de la Materia (Tauro) de forma tan real y contundente como se percibe la firmeza de una silla de madera al tacto. 

La imagen del volcán es una de las más precisas para ilustrarnos cómo operan las fuerzas de Escorpio; mientras que por fuera presenta una calma aparente, por dentro la roca fundida en este crisol natural bulle con una incesante potencia que, tarde o temprano, termina por escupir su torrente a la superficie, destruyendo mucha vida a su paso, pero también creando. 
Este tipo de depuración se hace presente en nuestra existencia cuando sentimos la necesidad de poner fin a vínculos o circunstancias enfermas o corruptas y explotamos, sin medir los daños.

Pero la capacidad regenerativa de Escorpio es su mayor bendición, demostrando que, "la muerte", en cualquier nivel, sólo es el gran paso a otro mayor, más cerca de re-encontrarnos con nuestra pura esencia. 
Es debido a esto que el Ave Fénix es el máximo exponente de este signo, habiendo pasado primero por el Águila que dejó de romper su pico contra los riscos y desafió la muerte para fusionarse con la fuerza del volcán.

Escorpio nos trae como aprendizaje la virtud de la Paciencia. Los arácnidos y grandes felinos -animales regidos por este signo- deben aguardar con infinita paciencia para tener éxito en su caza y poder alimentarse; si un leopardo se abalanza sin denuedo cada vez que una presa se cruza en su camino pierde energía valiosa y sus probabilidades de supervivencia se verán reducidas. 

Con tantas cosas sucediendo a nivel mundial, nacional y particular, muchas veces cultivar la paciencia se vuelve una tarea casi hercúlea. Pero podemos desafiarnos a practicarla desde lo cotidiano al esperar en la fila de un trámite, o  al aguardar los resultados de un examen, por ejemplo. La recompensa será siempre invaluable: accederemos al Conocimiento Profundo, facultad que representa la sinergia de pensamiento y acción. 

Aquí va una bella frase que resume sobre la virtud del octavo signo, donde destaco el requisito de la Serenidad, lograda previamente en Libra:

"La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse: es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno." (ProyectoPV)

Escorpio se desarrolla en el otoño boreal, donde la naturaleza realiza su voluntaria muerte como parte de un gran ciclo, más grande que ella misma. En este proceso no la vemos aferrarse a los hermosos brotes de primavera, o al impactante follaje de verano; los árboles entregan sus hojas sin más y los animales hacen lo propio al hibernar. 

Si estamos dispuestos a soltar con honestidad lo que ya está caduco en nuestra vida, estaremos conectando de maneras elevadas y profundas con la Pachamama que nos alberga. Si, por el contrario, insistimos en mantener pegadas esas "hojas secas" que nos atan, estaremos luchando ciegamente contra los ciclos que nos atraviesan por el sólo hecho de existir en este bello planeta.

El octavo signo nos da la posibilidad de fundir los egos y el alma en su crisol, con la promesa de resurgir como el Ave Fénix para volar confiadamente junto a la flecha del Centauro. ¡No hará falta salir a cambiar el mundo, si el cambio empieza por mí mundo!       



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